¡Mucho gusto, Vanessa!
Actualizado: 16 jul 2019
Betty Gabriela Rodríguez
Vanessa, al igual que muchas personas trans, trató de encajar durante años llevando una máscara y tratando de ignorar quién realmente era. Ser una persona trans, experimentar disforia de género, no es un acto caprichoso, ni repentino; se trata de una constante inalterable, presente en cada momento de su vida.
Trans 101
Corrían los años 90 cuando nació, aún definían el género de una persona en función de su sexo. Es decir, se esperaba que la identificación de un individuo con lo femenino y lo masculino se basara en sus órganos genitales. Hoy, los conceptos han evolucionado tanto que ya (algunos) entendemos que el género es un espectro, que puede no ser estático para un grupo de personas y que trasciende de lo que tradicionalmente hemos aprendido sobre ser “hombre” o “mujer” como categorías rígidas y exclusivas. De hecho, si este tema es nuevo para ti, me permito aclararte de entrada que, género no es igual a sexo biológico ni a orientación sexual; y créeme que, de hecho, son inconfundibles. *
En el caso de Vanessa, ella inició una transición que incluye tanto la terapia hormonal como la reasignación de su sexo. Sin embargo, nos revela que la mayor transformación es la de descubrir esa dimensión de su identidad que durante años estuvo tras bastidores: su feminidad. Cabe acotar que, su historia no es la historia de toda persona trans y que, la tendencia a generalizar a partir de una historia particular, no nos permite ver la complejidad de cada historia personal. En una sociedad donde lo masculino está sobrevalorado y asociado a toda clase de privilegios de poder y estatus, reconocerse como una mujer trans, más que una decisión personal es una transgresión a todo el orden social actual. Se necesita mucho temple y demasiado brío para desafiar las normas sociales que nos rigen. ¡Vanessa, estoy muy orgullosa de ti!
Pensemos en las típicas reacciones ante un hombre con maneras muy feminizadas y cómo eso nos lleva a cuestionar su sexualidad; cómo el cuestionamiento de su sexualidad determina las presunciones que hacemos sobre él. Pensemos también en las características que le asignamos a lo masculino: fortaleza, racionalidad, protector, semental, líder y tantas cosas más. Pensemos en el rol que ocupan los hombres en la sociedad y los espacios controlados por ellos. Pensemos en cómo vemos lo femenino en antítesis de todas esas cualidades “masculinas”. En este contexto ¿cómo crees que se vive en una piel que no sientes tuya cuando en realidad te reconoces como parte del “sexo débil”? Piénsalo, y permítete entender que ninguna persona trans desearía pasar por todos estos retos y transiciones, que no ha elegido serlo y que tampoco pueden cambiarlo.
No, una persona trans no se levanta un día queriendo ser hombre, luego mujer, luego unicornio.
Aclarado esto, retomemos la historia de Vanessa. Cuando le pregunto sobre sus primeros recuerdos me responde que le vienen flashes de esos primeros momentos en su vida donde se hizo consciente de que pasaba algo, aunque pasaron muchos años más antes de poder saber y entender qué era lo que pasaba en realidad. Recuerda sentir esa disconformidad desde muy pequeña, esa sensación (en sus propias palabras) de “yo no quepo aquí”, “esto no es lo mío”. Aunque no recuerda bien en qué momento de su niñez fue fotografiada usando tacones como cualquier otro bebé, sí recuerda esconderse de su niñera entre sus 2 y 4 años, para probarse zarcillos y collares entendiendo que “no estaba bien, que era algo mal visto y que le podía traer problemas pero que, de igual forma, representaba mejor lo que ella quería para sí misma”. Para Vanessa, desde su infancia se preguntaba “¿por qué tengo este cuerpo? cuando yo siento que este cuerpo de hombre, con estos rasgos, no son lo que yo soy”.
Sí, las personas trans también se cohíben de buscar ayuda cuando sienten que serán rechazadas
Indago un poco más y le pregunto si en algún momento buscó conversarlo con su familia. Vanessa, me explica que no hubo momentos en donde ella intentase contarlo porque, aunque sus padres son buenas personas y ella se siente amada por ellos, también reconoce que hay valores muy conservadores presentes en sus creencias. Además, la rigidez de los roles “tradicionales” son la norma en su familia, en donde confiesa, el machismo también juega un rol importante.
Piensa un poco más y me explica que quizás hubo un solo episodio donde ella intentó establecer un juego con sus primas donde les pedía que la trataran como niña, pero eso no trascendió de allí. En su crecimiento, no faltaron las correcciones masculinas de tipo “siéntate bien”, “no cruces la pierna”, “habla como un hombre” que le hicieron entender desde muy temprano que todo lo que no era macho macho, estaba condenado.
Tampoco faltaban esos comentarios y burlas en torno a la homosexualidad masculina y como ella es percibida (desde el machismo) como una muestra de debilidad. Por eso, ni ese, ni otros temas afines se hablaron; más bien se ocultaron o se ignoraron activamente. No es casual que, en el imaginario colectivo, todos estos prejuicios sigan reforzándose a través de comentarios y actitudes que castigan la diversidad. Vanessa aclara: “yo jamás he sido víctima de maltrato ni de abuso, mi familia ha sido genial, con sus limitaciones, por supuesto, pero es más de cómo permea en ellos el tema del tabú. Por eso, tampoco busqué hablarlo con familiares.”
Sobrevivir detrás de una máscara
Vanessa nos revela que desde temprano desarrolló un miedo o una extrema precaución que la llevó a usar una máscara 24/7. “Yo aprendí a medir mucho mi comportamiento y parte de esa máscara lo sigo teniendo hoy; porque sigo descubriéndome y aprendiendo a darme la oportunidad de ser yo. Yo lo describo como una cebolla y como este proceso consiste en irle removiendo capas a esa cebolla. Sigo revisando ¿cuántas cosas aprendí? ¿cuántas cosas me obligué a aprender? y ¿cuántas cosas tengo que desaprender para conectarme con quién realmente soy y a quién tuve que reprimir para sobrevivir? Ojo, mi supervivencia ha sido mucho más ‘light’ y más ‘soft’ que la de muchas otras personas trans, porque yo no me encontraba en un entorno violento, pero definitivamente, no le deseo a nadie tener que pasar por un proceso así.”
¿Qué herramienta podrían usar los padres ante esta experiencia?
“Yo no creo en eso que dice la gente de ‘yo soy el mejor amigo/a de mi hijo/a’. Yo creo que los roles son importantes, pero dentro de ellos, el propiciar tener conversaciones francas con sus hijos, crear un ambiente seguro donde la comunicación sea abierta para abordar estos temas, por ejemplo preguntando ¿qué te parece esta actriz/miss trans? Creen su propio método para hablarlo, no metiendo los temas incómodos debajo de la alfombra. Informarse es vital. De hecho, conozco a una persona que pensaba que era gay porque como no había estado expuesta a la cuestión trans, vivió varios años como una persona gay, después se dio cuenta y vivió muy bien su proceso, pero ¿para cuántas personas ese proceso no es posible? Yo creo que mi vida sería distinta si hubiese podido abordarlo más temprano. Creo que no habría tenido tantos estragos en mi salud, los cuales han afectado todo lo demás en mi vida. Hay formas de determinar que no es una moda, una cuestión pasajera, sino una realidad sostenida en el tiempo, y por eso parte de la respuesta también es, seamos sensibles y abracemos una cultura que no condene el cuidado de la salud mental sino que lo promueva para que cuando se identifique algo en los pequeños, pueda acudirse directamente a un especialista.”
¿Cuál fue tu exposición a esta temática?
“Yo no tuve mayores referencias más allá de lo que ofrecía la internet. Pero probablemente una de mis primeras aproximaciones a este tema viene de los recorridos por la Avenida Libertador en la ciudad de Caracas, manejando tarde en la noche y escuchar siempre ese comentario tabú de “¡mira, allí están las tranfor!”; refiriéndose despectivamente a las personas trans que se dedican al trabajo sexual. El tabú coge muchísima fuerza ante la falta de conocimiento, de comunicación y de exposición a ciertos temas. En mi caso, fueron años de research, de pensar si hacer algo o no, de ver videos en YouTube y leer las historias de otras personas que habían iniciado su transición o salido del closet. No te imaginas el pánico que me generaba, porque además significaba una gran muestra de debilidad, ya que en mi entorno se entendía lo masculino como lo fuerte, lo femenino como lo débil, y cualquier cosa que vulnerara lo masculino era un cuánto más un delito y cuanto menos una traición.”
¿Cómo iniciaste tu propia conversación?
“Empecé a conversarlo con una mejor amiga que tuve y que ya no está en mi vida porque no supo entender mi proceso, ya que venía de una familia bastante conservadora. Primero ella, luego con otra amiga, y así sucesivamente. Con el pasar de los años ya yo estaba completamente informada, y el tema era si iniciaba o no la transición. Cuando me convencí de iniciar el proceso, busqué a una psicóloga para que me ayudara a entender los años de problemas de salud y depresiones severas producto del rechazo de mi identidad, los cuales mi cuerpo somatizaba con regularidad. La primera llamada que hice para pedir cita fue la llamada que me ha generado más pánico en toda mi vida, y eso que yo he hablado con todo tipo de gente en posiciones de poder. Temblaba, pero sabía que tenía que conversar con un profesional que me ayudara a confirmar si era eso lo que me pasaba.”
Ahora que estás viviendo en tu verdadera piel ¿qué mensaje quisieras que se llevara la gente?
“Lo que quisiera que se llevaran es todo a lo que se enfrenta una persona trans. Yo no soy una muestra representativa, vengo de una familia de clase media y a primera vista no soy identificada como parte de una minoría racial o étnica, así que no he tenido que lidiar con esos otros aspectos. Sin embargo, el daño que me producía negar mi identidad quisiera que se entendiese desde la idea de perder una batalla contra mí misma diariamente. Es muy dañino y doloroso. Yo decidí refugiarme en las consideraciones intelectuales, dejando el desarrollo de mi inteligencia emocional completamente a un lado. Incluso, me atrevo a decir que tengo hipertensión desde los 17 años por cómo he manejado todo esto, por no haber tomado una decisión sobre mi transición mucho antes. También, puedo establecer una relación directa entre porqué no me he graduado de la universidad y mis depresiones; entre esas depresiones y mi transición no hecha en mi país de origen. Una persona que tiene conflictos con su identidad de género y que no atiende dichos conflictos, se encuentra todos los días, a cada hora, a cada minuto, luchando contra ella misma. Yo me quito el sombrero con esta cantidad de gente que es trans y logra un montón de cosas a pesar de los demonios que tienen que enfrentar. Yo siento que para mi edad tendría que haber logrado más, pero ha tenido que ver con una lucha que es agotadora… es TODO el día.”
¿Qué puedes contarnos de tu transición?
“Yo decidí hacer la transición después de muchas depresiones severas, clínicas. El turning point tomó lugar en un rascacielos de Brickell pensando en qué sección de la calle iba a caer si me lanzaba desde el piso 45 donde me encontraba. En ese momento me dije ¨Ya no se trata de si me voy a suicidar o no, sino de cómo voy a hacerlo. Esto no puede seguir así."
Las transiciones pueden ser completas, parciales, progresivas, lentas, rápidas, tienen múltiples formas. Lo importante es hacer algo al respecto, hablarlo con alguien. Resulta vital apropiarnos del cuidado de la salud mental, hablar de los padecimientos, de las situaciones difíciles, aceptar que somos seres incompletos.
Hay personas para quienes la parte quirúrgica o la hormonal no son una opción, lo cual guarda relación con los estándares y los estereotipos en torno a ¿qué es una mujer?, ¿tiene que tener senos, vagina, caderas, tal tipo de piel, el cabello de cierta manera? En paralelo, hay que evaluar las posibilidades de acceder a un cuidado de salud que le permita a la persona llevar estos tratamientos complementarios, especialmente, en países en vías de desarrollo donde puede que hasta sea imposible conseguir las hormonas necesarias.”
¿Qué le recomiendas a las personas que aún siguen batallando con la máscara?
“Busca ayuda, háblalo con personas de tu confianza, en grupos de Facebook y sobre todo no te automediques ni te sometas a tratamientos que puedan comprometer tu salud. Vivimos en una época donde la visibilidad trans es cada vez mayor, hay ejemplos de personas trans en muchas esferas públicas Caitlyn Jenner, Angela Ponce, Laverne Cox, Tamara Adrian. Hay un momentum interesantísimo de desestigmatización. De hecho, la disforia de género ya no es considerada una enfermedad mental por la Organización Mundial de la Salud. Es un momento lleno de oportunidades y es cuestión de organizarnos para tomar provecho de ellas.”
¿Por qué Vanessa es nuestra #Sheroe y queremos visibilizar su historia?
Queremos celebrar el (re)nacimiento de Vanessa, porque es una forma de honrar a la comunidad trans por la valentía y el amor propio que demuestran en sus procesos para permitirse ser. Adicionalmente, visibilizamos esta historia porque sabemos que detrás del deseo de ejercer sus derechos, hay una barrera. Una barrera que pretende despojarlos de su humanidad, a cambio de mantener viejas estructuras sociales en beneficio de unos privilegiados.
* Hagamos este ejercicio por partes del cuerpo para que nunca más se generen confusiones con estos términos. El sexo biológico se ubica a nivel del pubis y refiere a nuestra área genital y órganos reproductores: hembra, varón o intersex. La orientación sexual no tiene nada que ver con quien uno es, sino con las personas por las cuales se siente atraído sexual o románticamente, pensemos que está a nivel del corazón. La identidad de género y cómo se expresa, tiene que ver con quién soy yo, con mi forma de identificarme con lo femenino y/o lo masculino y podemos ubicarlo a nivel de nuestra mente y consciencia del ‘yo’. La discordancia entre tu imagen pública (denominada expresión de género) y tus documentos de identidad (que reflejan el sexo que se te asignó al nacer) implican un cierre de oportunidades y restricción a los derechos más elementales para la comunidad trans. Desde tu derecho a la identidad y la obtención de documentos de identificación, hasta el acceso al sistema de salud, a la educación, al empleo, al sistema financiero, a la política, etc. Sin contar, el alto riesgo que implica para tu integridad personal y tu vida al no conformarte con las normas sociales dominantes. No es casual que, en un período de 12 meses, Transgender Europe haya registrado 369 muertes violentas de personas trans y género-diversas en el mundo, acompañadas de miles de actos de violencia en su contra.

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